No fenezcas a la vida eterna tras la voz de profetas, ateísmo o falsas idolatrías. Estudia La Biblia.
El solo conocer La Palabra no hace al pastor, dale importancia también a sus estudios, testimonio de vida y a sus obras.
¿Dónde están las riquezas de tu iglesia? ¿En los altares, en sus rebaños o en las cuentas de tu pastor?